La última Muestra de la presente reencarnación

Algunas ya lo sabéis, os lo hemos ido contando, os ha llegado por otras personas, nos habéis preguntado si era cierto. Y sí, es cierto: esta Muestra será la última Muestra (de la presente reencarnación).

Son ya veinte años juntas. Muchas ganas de hablar de todo, todas las noches, hasta el amanecer, hablar del barrio y del cine, del compromiso y de la belleza, del deseo de cercanía y del huracán que nos centrifuga. Y la sensación complementaria, reconfortante, de que, en el fondo, no hace falta decir nada, que nos entendemos.

Pero tenemos que deciros que las muestrenses estamos algo cansadas y un poco mayores. Que somos poquitas y que vivimos y trabajamos cada vez más lejos, tanto del barrio como las unas de las otras. Que nos lastra el cansancio, el de la vida en general y el del sobreesfuerzo de juntarnos y volver a casa a las tantas, y el de combinarlo con el resto de las militancias. Que la lejanía limita nuestra percepción y nos desconecta del tejido vecinal que siempre nos ha sostenido y que alimenta a la Muestra.

No somos tan egocéntricas como para creer que el fin de un proyecto colectivo de un pequeño grupo de personas sea necesariamente una señal de que se ha producido un cambio de ciclo general. Es una tentación algo ridícula, aunque más habitual de lo deseable, esa de empezar como Adán y retirarse echando pestes cabalgando sobre un diluvio. No. Somos una orgullosa parte del movimiento de resistencia de un barrio que nos sigue enorgulleciendo cada día. Junto al resto, hemos combatido los ataques mezquinos: las redadas racistas, la persecución de la expresión espontánea, la mercantilización de las plazas y las calles, la inaccesibilidad de la vivienda, el cierre de coles y la merma de todo ser- vicio público, el atosigue policial… Hemos creado y seguimos creando formas de resistencia que nos maravillan.

Estos meses, preparando esta edición, hemos hablado mucho entre nosotras de cómo ha cambiado esto de ver cine en compañía. Por re- sumir, no creemos que la diferencia sea que ahora las películas se vean de manera individual, en soportes privados, eso ya ocurría hace veinte años. La diferencia es que ahora el mercado nos ha convencido de que cualquier película es accesible de esa manera, de que en las plataformas está todo y de que, si no lo está, tienen cualquier otra cosa equivalente, de que cualquier película se puede recuperar en cualquier momento. No es verdad, pero la trola ha colado. En la cruzada del mercado por la hegemonía audiovisual y contra la piratería (nuestra aliada incondicional), quien ha salido más perjudicada ha sido la idea de la cultura libre, de las herramientas autogestionadas para una cultura libre y colectiva.

Esa ha sido siempre nuestra batalla, junto con la reivindicación de los espacios comunes, y la vamos dar hasta el final. Este año la programación es una selección de las miles de películas que nos han enviado estos años a las sucesivas ediciones de la convocatoria, muchas de ellas con licencia libre. No os sonarán de nada. No nos las ofrece ninguno de esos algoritmos que detectan nuestras preferencias y, sin embargo, son películas que son como nosotras, que podríamos haber hecho nosotras.

Intuimos que la conversación que nos gustaría tener va por ahí: ya no tiene sentido matarse por ofrecer gratis una película comercial, pero sí buscar y celebrar estas películas nuestras. Quizás no tenga demasiado sentido que se celebre una semana al año, pero hay que juntarse… ¿Cómo movilizar esa potencia política de ver cine en compañía?

Cerramos la Muestra para abrir la pregunta.

Agradecimientos

El otro día vinieron Jose, Iago y Estrella, ofreciéndose a hacer una pegada de carteles (del precioso cartel que ha hecho Iago y que Estrella se encargó de imprimir) y se patearon el barrio a las horas que más calor hacía, yendo de local en local. Mientras algunas muestrenses terminaban de editar un podcast que Ángel y Dani nos habían ayudado a grabar en La Casa Encendida, nos pasamos por el Teatro del Barrio a recoger un DVD que Noe había encontrado en su casa y que nos traía por si nos venía bien. De camino también cerramos los detalles prácticos de la proyección de Tortuga con Vanesa, que participaba con sus compañeras en el teatro callejero que los colectivos del barrio habían montado para denunciar la impunidad de la masacre de Melilla un año después de que sucediera. Luego regresamos a Esta es una plaza, a proyectar la película de Miriam, para la que las placeras nos habían dado carta blanca desde la confianza y la amistad de muchos años. Mamen, de Lo Máximo, trajo los altavoces que le habíamos prestado, justo a tiempo para usarlos. En el móvil empezábamos a recibir la noticia de que el barrio había abierto para el disfrute común el solar de Santiago el Verde y de que nos invitaban a participar en él como Muestra. Al terminar, algunas asistentes a la proyección nos ayudaron a llevar los trastos a la EKKA, donde guardamos nuestras cosas, y acabamos la noche charlando en un banco.

Al día siguiente, nos sentamos a redactar estos agradecimientos. Y nos dimos cuenta de que este texto, que siempre ha sido uno de los momentos más gozosos de la preparación de la Muestra, se parece mucho a dar una vuelta por el barrio, saludando, tramando, resolviendo, abriendo nuevos retos. Pero este año, además de ser un paseo por el espacio, va a ser un poco también un paseo por el tiempo.

Gracias infinitas a todas las personas y colectivas que año tras año nos habéis mandado vuestras películas, cocinadas con amor y cuatro perras, para que las seleccionáramos en cada edición. Gracias por vuestra confianza, por las miles de horas de placer, por darnos esperanza. Empezamos pidiendo películas a las amigas y acabamos haciendo miles de amigas nuevas. Gracias a quienes les ponéis una licencia libre, gracias a quienes habéis aprendido con nosotras qué demonios es eso, gracias a quienes nos lo habéis explicado. Gracias a las autoras, productoras y distribuidoras de las películas que decimos “comerciales”, por haberos dejado contagiar del espíritu generoso de las autoproducciones. No podemos nombraros, no hay papel tan grande.

Gracias a los espacios que han albergado las proyecciones y a las personas y colectivas que los abren, los usan, los mantienen y los cui- dan. Gracias a los de esta edición: Esta es una plaza (Sara, Marie José, Alberto, Giulia, Alessandro, Luis…), Bodegas Lo Máximo (Mamen, Piluca…); Traficantes de Sueños (Rocío, Marina…); Eskalera Karakola (Elvira, Valentina, Laura…); CCIC La Tortuga (Vanesa); La Casa Encendida (Elena, Isabella, Lluis). Gracias a los que aún resisten y a los que ya no están. Bienvenida y toda la suerte del mundo a los que están naciendo en estos momentos y a los que nacerán. Sois el mapa y el tesoro a la vez.

Gracias a todas las personas que son o han sido muestrenses alguna vez en la vida. Durante muchos años o durante los veinte minutos en los que su participación fue también imprescindible. Desde quienes se re- unieron lunes tras lunes hasta quien bajó una silla y acabó cediéndosela a otra persona. Gracias a todas las personas y colectivos que han aportado su tiempo, su talento y sus saberes: Calipso films, que nos regalaba una película al año que por modestia llamaba cortinilla. Elena, para la ILSE, y Juanito, que nos subtitulaba con entusiasmo cualquier cosa, hasta ayer mismo. A todas las diseñadoras de los carteles y las sucesivas magas de la informática (¡gracias mil, Amaia!). A todos los grupos de música, desde las DJs a una banda sinfónica al completo, que nos han alegrado inauguraciones y clausuras. A las personas y cooperativas que se han sacado banquetes de la manga con cuatro zanahorias y un puñao de arroz. A las adecentadoras de solares, las hechiceras de la luz, que lo mismo crean la oscuridad que la iluminan. A las fabricantes de pantallas, un oficio que esperamos que no se pierda nunca…

Muchísimas gracias a todas, todes y todos. Juntas hemos hecho maravillas.